Deicide desata la blasfemia infernal con “Banished by Sin”, su nuevo álbum.
Por Simón F Carrillo
Cuando hablamos de los principales exponentes del Death Metal, una de las bandas que siempre se nos viene a la mente es, claramente, la polémica Deicide. Banda formada en Tampa, Florida (Estados Unidos), en el año 1987 bajo el nombre de Amon, y renombrada como Deicide, tal y como la conocemos actualmente, en 1989 por los hermanos Brian y Eric Hoffman en las guitarras, Steve Asheim en la batería, uniéndose a ellos Glen Benton en el bajo y la voz. Desde 2004, estos últimos son los únicos miembros que han formado parte de la banda desde su fundación, con Benton como líder. En lo que a Deicide respecta, una nueva etapa comenzó una vez que los hermanos Hoffman dejaron la banda, donde finalizó la primera etapa que comprendía a la era clásica de la misma con sus primeros álbumes desde el homónimo de 1990 hasta “Serpents of the Light” en 1997. Esta etapa de la banda sin los hermanos Hoffman dio pie a un notorio cambio en el sonido de la banda, que si bien siguió apostando por la despiadada agresividad, también apostó por el uso de las melodías, lo cual generó un nuevo sonido de la banda, un renovado Deicide, el cual a algunos gusta y a otros no, pasando por esta etapa distintos músicos como el difunto Ralph Santolla, que destacó por ser un cristiano tocando en una banda liderada por alguien de ideas marcadamente anticristianas, o el ex-Cannibal Corpse Jack Owen. Deicide, los blasfemos favoritos del death metal, siguen siendo una de las bandas más influyentes y exitosas en la historia del género. Sin rehuir la provocación y la controversia, Glen Benton y su equipo han liderado una larga carrera lanzando música extrema profana y produciendo algunos álbumes inequívocamente por excelencia en más de tres décadas de existencia, que siempre se ubican cómodamente en el panteón de esta música. Aún así, no siempre ha sido brillante para la banda, especialmente desde 2000 en adelante, un período de tiempo que presenta con “The Stench of Redemption” de 2006 siendo una excepción flagrante una serie de lanzamientos subóptimos, si no completamente saltables. Deicide logró retroceder en la dirección correcta con “Overtures of Blasphemy” de 2018. Seis años después, el decimotercer álbum de Deicide, “Banished by Sin” del sello discográfico RPM (Reigning Phoenix Music), parece a primera vista sorprendentemente feo.
Más allá de la chocante carátula que presenta “Banished by Sin”, centrémonos en el interior de la obra, en la música que existe dentro de él, sus temas, su contenido, pues esto es lo que más nos importa. El álbum a ser lanzado ofrece 12 brutales temas en un total de 39 minutos de duración donde Benton y su cuadrilla dan rienda suelta a su Death Metal blasfemando sin sentido alguno de piedad. Hay una sensación de energía renovada que impregna “Banished by Sin”; es difícil de describir, pero se puede decir que la banda estaba muy animada mientras escribían y grababan estas canciones. El propio Glen Benton ha dejado constancia de que estaba particularmente satisfecho con su interpretación vocal en este álbum, y tengo que reconocerlo: esto es realmente lo mejor que le he oído sonar en mucho tiempo. El calentamiento ya está listo, “Banished” arde a través de 12 historias de mucho satanismo, con energía thrash casada con ritmos brutales. A partir de “Sever the Tongue”, el álbum acelera. “Sever” es un punto culminante con un ataque de riff maníaco y voces que suenan como un exorcismo que va muy mal, a veces cruzando hacia territorios de Cradle of Filth. “Faithless” se ofrece de la misma manera, con el sonido clásico de Deicide enloquecido incluso mientras coquetea con la muerte antes de pisotear tu cara, “Woke from God” introduce un sonido más épico en el canon de Deicide, ennegrecido y feo pero más grandioso y arrollador. “Bury the Cross… with Your Christ” suena sospechosamente parecido al reciente lanzamiento de Inhuman Condition. Por último, una sección más gloriosa hacia el final de “The Light Defeated” expande ligeramente la dinámica del álbum y encaja bien como pieza final para el disco. Con un ritmo rudimentario de cavernícola que recorre tus oídos sin lubricar. La voz de Glen suena más espantosa y salvaje que en algunos lanzamientos anteriores. La música en “Banished by Sin” tiene algo de sustancia aquí y allá, y proporciona una descripción general decente de todas las características conocidas de la banda. Deicide no se desvía en absoluto de sus temas líricos habituales, expresando su mentalidad antirreligiosa bastante directa a través de un death metal demasiado combativo fuertemente en la zona de confort de la banda. Es sorprendente el vigor que Deicide sigue exudando cuando pisan un estudio. Para este, su decimotercer álbum, se pusieron en manos del productor Jeramie Kling y sus Smoke & Mirrors Productions, para que luego todo un Josh Wilbur (Gojira, Lamb Of God) se encargaría de la mezcla y el master.
Más allá de ser los principales sospechosos en cualquier incendio de iglesias, Deicide es la banda que durante mucho tiempo ha puesto el listón cuando se trata de canciones que tratan de odiar a Dios. Los álbumes de Deicide se miden mejor en blasfemias por minuto. Benton está en buena forma, suena como las furias aulladoras engendradas de los fuegos del infierno. El número 13 es una suerte para algunos, incluido Deicide, ya que “Banished By Sin” es uno de los mejores lanzamientos de la banda en su carrera reciente: una fuerte losa de death metal que enarbola la bandera en alto para los pioneros de la escena de la vieja escuela. En general, “Banished by Sin” es una escucha sólida, una señal bienvenida de que Deicide no ha perdido fuerza y de hecho, podría decirse que ha ganado un impulso considerable.